Blá, blá, blá

Te he enseñado tantas canciones significativas, te he mostrado mi mundo por completo entregado en una bandeja decorada con el slogan de "amigos por siempre". Has descubierto el color de mi risa al sol y de mis lágrimas; que cambian de forma al ser rozadas por el deslizar de tu dedo en mi mejilla. Mis historias las memorizas con suave y sorprendente impresión. Siempre tienes la palabra que alegra mi día: hola.
Sin embargo, me cuesta tanto creer que los dos por uno sí se cumplen, que el vale otro no es un asunto de helados veraniegos. Cerati dice: "No está mal sumergirme otra vez... Sé bucear en silencio. Y al final hay recompensa..." Otra vez. No tengo nada más que ofrecer. Otra vez. Nada más que esta lengua cálida regocijada en letras y frases sin sentido a veces, que sólo el chico de turno comprenderá. Revisa tu horario, esta vez puede que seas tú. Está en tus manos que no se acabe la gasolina. Estoy llena de defectos, me presento; como tierra en vez de ketchup en un plato de papitas fritas. Pero que dan risa y rabia, como las cosquillas en los pies. Nuevamente, me invaden los celos y me comienzo a envenenar por dentro. La incertidumbre me atora la voz y deja salir más que una mirada al aire. Se siente como caer de la bicicleta y herirse arrastrándose por el pavimento. Cuándo se detendrá. Vuelvo sin reloj, ya no quiero tiempos. Está en tus manos, pero no te culpo.  Siempre en mis manos, estuvo la decisión de amor v/s no amor. Y elegí. Hola... Esperaré mi hola.