Cuando mi mamá se enteró de que su pareja habia caido preso de los perfumes y abrazos de su señora (rara la historia pero es mía, así que es verdad), lo dio por muerto. En cambio adquirió una terrible habilidad para olvidarlo todo, desde las llaves, hasta los nombres, hasta el culpable de que la botella de Coca Cola estuviera vacía, etcétera. Aunque a veces ese olvido se traduce en sus más raras invenciones. No se trata de mentiras crueles y despiadadas. Sino creaciones graciosas que ella cuenta cuando habla por teléfono, con algunas copas demás. Se volvió distraida como una alumna sorda y fría, como las mal aconsejadas por la indiferencia. De ella aprendí bastantes cosas, como escribir antes del kinder, a leer, a jugar origami, bailar cueca y a maldecir. En verdad la lista es interminable, y firmado un: Gracias, te amo mamá.
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suspiró