Reina de los pobres

Mi mamá  siempre dice que yo soy buena hija. Que tengo mis defectos y virtudes. Hay una razón entre ellos de un 7:3, creo yo. Pero cuando acompaño a mi mamá al minimarket de la esquina, esa razón se invierte. Para ella, claro.  Dice que soy extraña, que tengo ese no sé qué. Que atraigo a la gente como un imán, y que tengo la virtud de cambiar mis polos fácilmente con tal de repelerlos. Dice que no desobedezco, y que siempre estoy ahí cuando menos se lo espera y también cuando se lo espera. Dice que nunca ha querido deshacerse de mí, pues desde que estaba de piernas separadas gimiendo como loca, supo que yo sería su ojo derecho. No por nada, no quería desprenderme del cordón umbilical. Y quizás el uso de forcéps me hizo mal, pero para ella fue una señal. Recalca que nunca me gustaron mucho las muñecas, y que prefería arrendarlas. Que tengo alma negociante, y que siempre tuvo miedo de que me metiera en el narcotráfico y esas manos. Pero se alegro mucho cuando sólo llegué a vender mi primer personal estéreo y lloré una semana con aquel tan fatídico incidente. Dice que no soy llorona, pero si soy sentimental. Dice que soy bien independiente algo así como la mujer 2.0. Que he sido bien polola, pero nunca me he templado tanto con algún chiquillo. Sin embargo, dice  que soy la Reina de los pobres. Que quizás si hubiera estado en el lugar de María Antonieta de Austria en aquella Francia del siglo XVI nunca hubiera sido decapitada. Que creo que mi casa es como el Hogar de Cristo, pues cualquier amigo que no tenga cómo llegar a su destino siempre tendrá el sofá como residencia temporal. Dice que cuando pasaba gente a pedir alguna moneda y yo no tenía, hasta los lápices de colores regalaba. Pues supongo que pensaba que tendrían alguna utilidad para ellos. Dice que soy bien solidaria, no cómo mi tata que a trabajar mandaba a los ebrios de la calle, pues él se sacó la mugre toda su vida para conseguir que todos fueran profesionales y que toda su familia tuviera un techo donde vivir. Agradece a Dios por tener una hija como yo. Yo le digo que su dios no tuvo nada que ver, que yo creo en el Karma y que a la única que le agradecería sería a la Pachamama. Reza porque las frazadas no vuelvan a desaparecer de la casa y vayan a parar junto con un termo con café, pero es que me gusta andar cagada de frío abrigando a otros. Supone que me gustaría que me devolvieran la mano en un caso extremo. Yo no sé si sea tanto así, pues planeó irme a mochilear y sufrir harto de frío y debe ser así para decir que viví una aventura total. Aún no me han dado corona ni banda, pero dice que nunca soñé como las otras niñas con ser reina o princesa. Dice que no le gusta que no crea en el matrimonio, porque con todas mis virtudes sería buena esposa, y que disfruto del cinearte aunque sea cliché como yo.  Y ojo eh?. Si lo dice mi mamá, es la pura y santa verdad.