Cuando te advertí que no te comieras mi corazón fue en serio. Y para variar no me hiciste caso. Es que resulta que estaba espinado, muchacho. Tal cual la canción de maná (que por cierto me desagrada, pero la conozco por culta que soy).
Se espinó un día en que comiendo despreocupadamente el marítimo, otro muchacho me dijo que ya no me quería, y era capaz de sacarme los ojos con tal de que no lo viera más. Tragué una espina tan grande, con la sorpresa que me ahogué por un momento, y al poderla aflojar de mi garganta, siguió el natural y digestivo camino; y no sé como pero sé que se alojó en el centro de mi corazón.
No la he podido sacar más. Pero ahora el consumo del pescado se ha tornado meticuloso y silencioso. Como si comiera sola, y no acompañada por otros. Es extraña la situación, pero no dejaré de comer pescado, más aún si es frito. Podría pedirlo sin espinas, pero soy humana y me gusta recordar.
Música ♡
sábado, 9 de enero de 2010
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suspiró