Resulta, que después de más de tres años puedo sacar a la luz mi secreto más loco. Con el cual pensé que estaba delirando esquizofrénicamente, claro que antes, no tenía tanto sentido creerme loca como ahora, pero en fin. Da lo mismo!. Un día en aquel verano en donde resultaba ser muy sociable dentro de mi villa, salí a nadar a la laguna Señoraza, y como era buena nadando, lo hacía bien rápido. Estando a la mitad de cruzarla, me detuve a esperar a mis amigas de antaño (tan buena onda ellas, tan simpática yo), y me até el cabello con mi más desgastado colette. Imagínense el movimiento, hay que mirar hacia abajo. Es ahí en donde bajo mis pies a menos de un metro de distancia, divisé anonadada una (para ese entonces) cosa gigantesca de casi 6 metros o más. Como soy la reina de los cobardes, salí disparada de vuelta a la orilla, en donde me recibieron con mil preguntas. Cuestionando, mi aún más pálido rostro, y mi agitada respiración. No dije nada, porque pensé que en algún momento de no lucidez me había fumado el manso caño. Pero no, yo lo vi. Estoy segura. Posterior a eso, se cuenta dentro de mis amigos y conocidos, que en la laguna existen peces gigantescos, que pueden agarrarte un pie y hundirte en las más profundas y desconocidas aguas, de nuestra querida laguna La Señoraza. Me imagino una jarpa gigante, con tres despiadados ojos esperando un ligero movimiento que avise donde se encuentra su futura víctima. Lo de los tres ojos lo vi en los simpsons, lo demás es producto de mi imaginación. No obstante, hace muy poco me metí de nuevo en donde mismo había visto anteriormente la jarpa gigante. Y no vi nada, claro que iba con caballería pasada. Sea o no cierto, el hecho de que la laguna no tenga una profundidad exacta, deja bien en duda mi valentía de andar nadando sola por ahí. Y no creo ser la única poco valiente. ¿O sí?
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suspiró