Música ♡

lunes, 18 de enero de 2010

Sueño de una noche de verano.


Bebió unas copas demás, y quiso ir a dormir. Era ya bastante tarde, el calor veraniego y  la exuberante potencia del minicomponente le agobiaba. Sus pies hacían un vaivén bajo la mesa, y sus manos sudorosas ignoraban el ofrecimiento de otra copa. Se sentía abatida, pues dudaba de cómo llegaría  a su casa, o por lo menos al portón.  El lugar más seguro para ella en ese momento. Sabía que había llegado con amigos. Sólo que no sabía de su paradero. Debían de andar por las cercanías, quizá en un estado aún más deplorable que el suyo. Quiso realizar una llamada. Titubeó, pues sabía que además de despertar a esa persona, despertaría algo en ella. No le importaba, ya estaba bastante borracha como para ahogar sentimientos y para no recordar nada al otro día. Se levantó y perdió el equilibrio, no obstante la ayuda de una silla impidió su llegada al suelo de bruces. Miró alrededor, observando discretamente para notar si alguien se había dado cuenta de su percance. No, nadie, todo el mundo bailaba al ritmo de unas pegajosas melodías que emergían de cuatro parlantes localizados , como ella sentía; en su cabeza. Caminó siguiendo la entrada del viento, que limpiaría algo de su embriaguez. Salió a la oscuridad de la noche, y se encontró con que la gente de la fiesta también estaba repartida afuera. Buscó, un lugar apartado. Un banca sola, genial, podría sentarse, estirarse un tanto, tomar aire relajadamente, y realizar aquella llamada. Primero, encendió un cigarrillo y aspiró dos veces. Marcó el nombre del destinatario de aquella llamada, y se dispuso a esperar el tono. Uno, dos... Nada. Buzón de voz. No tenía ganas de hablar con la operadora, ni de dejar rastros de su arrepentimiento en un buzón que quizás jamás escucharía. Demonios. Baciló un tanto. Quizás su amado, estaría en el baño, o en la ducha, y no alcanzó a contestar. Llamaría luego, al ver la llamada perdida. Tal vez no. Es una mala idea esperar. Miró su cigarro, la ceniza se apoderaba del cilíndrico cuerpo. Decidió intentarlo de nuevo. Había tono; uno, dos... De pronto,tras su espalda en medio de la oscuridad se escuchó un ringtone; uno, dos...No se detenía.  Otro descorazonado, como yo, pensó la chica. Comenzó a escuchar unos pasos que venían hacía ella, y temblando se alzó del asiento. Frente a ella, parado con el corazón a mil palpitaciones por segundo, estaba un hombre con un celular sonando. Ella cortó la llamada de su celular, y el teléfono del chico, dejó de sonar. 





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suspiró